Se acerca la última entrada del blog como parte de este semestre y aunque las ideas para escribir también se agotan, la voluntad persiste.
Esta noche sólo quisiera hablar de lo frustrante o enriquecedor que puede llegar a ser el ceder en algún aspecto de nuestras vidas, pero principalmente en las decisiones que tomamos. Si bien todo el tiempo buscamos imponer nuestra voluntad para satisfacer nuestras necesidades tal y cual nos lo dibujamos en nuestras pequeñas y maliciosas mentes, no siempre el imponer resulta benéfico y por cuestiones de estrategia es más valioso ceder.
Hay veces que el ceder puede traernos beneficios futuros, los cuales de momento no contemplamos pero que posteriormente nos pueden regalar un poquito de felicidad. Un ejemplo de ello es dejar de hacer algo que nosotros deseamos hacer para poder beneficiar a otro. Sin tomar en cuenta las cuestiones del karma y todo ello, tal vez una buena recompensa es ver contento a alguien a quien apreciamos mucho.
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