El descubrir de manera inesperada algo que puede hacernos felices es una situación que no pasa todos los días. Desde realizar un hallazgo científico que pueda cambiar el curso de la humanidad tal como la conocemos, hasta la simple coincidencia de encontrarse con alguien a quien las probabilidades de ver son casi nulas, pueden llegar a hacernos el día.
Aunque es muy válido pensar que las decisiones que tomamos poco a poco van dándole forma al camino que seguimos y que por lo tanto una casualidad no es tal, nos asombra la idea de saber que existen factores que escapan de nuestras manos y decisiones que no tomamos pero que finalmente repercuten en el momento que vivimos.
Son esos momentos especiales los que contribuyen a dejar atrás nuestros miedos respecto a la incertidumbre y a mantener vivo el optimismo de que una casualidad pueda robarnos una sonrisa.
Gracias a esa persona que me recordó lo lindo de una casualidad.
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