La frase que llega a mi mente esta noche es la que inspira la reflexión de hoy: Arde siempre con el fuego más intenso. Dicho esto, me remito a pensar en cuántas veces verdaderamente ponemos toda nuestra intensidad en lo que hacemos, ya que en realidad pocas cosas son las que consideramos apasionantes y son sólo aquéllas las que despiertan nuestro interés y el deseo de explotar las energías que llevamos dentro.
Sin embargo, bien es cierto que hemos escuchado una y otra vez que la vida es una, es el aquí y el ahora y que si no aprovechamos cada instante con toda la fuerza que ello implica, simplemente le cortaremos las alas a nuestras vidas. Si conocemos bien estos dichos cual si fuesen mandamientos, ¿por qué nos cuesta tanto llevarlos a la práctica?
Mi teoría es que en el fondo nos asusta exponer nuestras emociones de la manera que sea, tal vez por miedo a la crítica, al rechazo o al sentirse invadido. No obstante, debemos recordar que la vida es una montaña rusa de emociones y eso la hace maravillosa, ya que sin las cosas malas que a veces podemos vivir ¿cómo podríamos distinguir a las buenas?
Quitémonos de vez en cuando esos temores que nos encadenan a nosotros mismos y démosle la oportunidad a nuestras vidas de arder intensamente.
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